domingo, 31 de marzo de 2013

Visita al British Museum

Fotografía aérea del British Museum, al que se accede por la gran portada que se ve abajo.
Esta Semana Santa, tuve la suerte de poder viajar a Londres, y de visitar asimismo uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: el British Museum, un inmenso museo donde tienen cabida fondos artísticos de todo tipo y todas las culturas. Esta es la mayor de sus ventajas, el hecho de poder ver obras de arte de culturas tan dispares como la egipcia, la asiria, la griega, la africana, la islámica e incluso las orientales (escultura india, cerámica china y coreana, estampas y esculturas japonesas...). Sin embargo, hay una grave desventaja, que consideré necesario mostrar.


La conocida Piedra Rosetta, con la misma inscripción en tres idiomas diferentes (de arriba a abajo):
jeroglífico, demótico (un idioma del Antiguo Egipto) y griego. Gracias a que los dos últimos se conocían
ya cuando se descubrió esta piedra, se comprobó que estas dos inscripciones decían lo mismo,
y de esta manera Champollion supo dar con las claves para entender la escritura jeroglífica.
Cuando entré a la sala egipcia, pude ver nada más pasar la magnífica Piedra Rosetta, delimitada con una vitrina. Sin embargo, desgraciadamente este era un caso puntual, por ser una obra clave del arte egipcio. La gran mayoría de obras de la sala (estelas, sarcófagos, bañeras...) se encontraban expuestas al público carentes de vitrinas. Esto tenía como resultado que la gente se apoyaba muy a menudo sobre estas piezas escultóricas de 3.000 y 4.000 años de antigüedad, bien para hacerse fotos con ellas, o bien para soportar sus codos mientras hacían fotos a otras obras. Fotos, además, hechas en su gran mayoría con flash, lo cual también va muy en detrimento de la conservación de la obra. Si además tenemos en cuenta que había una entrada masiva de grupos escolares, turistas, hasta el punto de que era difícil fotografiar una obra sin que apareciese gente, y la gran mayoría se apoyaban en las obras o les hacían fotos con flash, el panorama, contemplado desde el punto de vista de la conservación, ponía los pelos de punta, más aún al saber que no existían controles de seguridad de ningún tipo, ni detectores de metales en la entrada, ni los suficientes guardas de sala vigilando por el cuidado de las piezas...
¿Se podría justificar la carencia de vitrinas por el tamaño de algunas piezas? En absoluto, pues al pasar a la sala asiria se veían grandes relieves en la pared separados de los espectadores mediante barrotes, o lamassus arquetípicos de la escultura asiria protegidos por un panel a nivel de los visitantes.
Gran estatua de un león, cuya factura recuerda al que es posiblemente el relieve asirio más reconocido (la leona herida).
El panel que tenían piezas asirias de gran formato como esta a los pies de la escultura era inexistente en muchas de las piezas egipcias.

Un visitante normal, cuando ve cintas, barrotes o paneles separándole de una obra, es consciente de que dicha protección existe por un motivo, y de que no debe sobrepasar dicha separación para tocar las piezas. Pero cuando estas medidas de seguridad no existen, muchos visitantes (y me gustaría decir que sólo niños, pero no puedo) consideran que estas piezas se pueden tocar sin problemas. Y si no hay un guarda de sala, como es lo normal, ni un control de los visitantes y lo que puedan llevar encima, es perfectamente posible llevar cualquier arma y robar una pieza determinada, o romper algún fragmento con un cuchillo. Haciendo una analogía algo infantil, todo el mundo puede recordar como, de pequeños, nuestra madre decía que debíamos tener cuidado con nuestros juguetes, pero mucho más si estos juguetes no eran nuestros porque nos los hubieran prestado o por la razón que fuese. De la misma manera, y teniendo en cuenta que muchos de los fondos del British Museum se deben a expolios de los fondos de otros países, es cuanto menos lógico tener un mínimo de cuidado con la exhibición y la conservación de estas piezas. Como consejo: aquel que no haya visto este museo, debe verlo cuanto antes, pues si las medidas de seguridad continúan siendo así de inexistentes (esperemos que no sea así), quién sabe cuánto más durarán.

El otro punto negativo es el orden. Posiblemente esto se deba a que, por razones típicas de turismo (muchas cosas por visitar y muy poco tiempo para hacerlo) no pude dedicarle a este museo el tiempo que sus piezas merecen, y tan solo pude verlo por la mañana. Sin embargo, la impresión que tuve fue la de un orden caótico, con piezas asirias, egipcias, griegas u orientales en varias plantas desordenadas, de manera que cuando creí haber visto la mayoría de los fondos antiguos y subí de planta para ver arte medieval, aún entre esas plantas podían verse más fondos de arte antiguo. Aún con el plano del museo delante todo el rato, donde se especificaba dónde estaba cada pieza, no se podía saber a qué planta concreta había que acudir, y la confusión era inevitable.

Resumiendo: gran museo, tremendamente espacioso y diáfano (sobre todo la espléndida parte central, cargada de luz), con unas piezas sublimes, muy características de la Historia del Arte a nivel mundial como la ya mencionada Piedra Rosetta o las recogidas a continuación (salvo La Gran Ola de Kanagawa de Hokusai, que desgraciada pero comprensiblemente, solo sacan en determinados periodos del año con un clima adecuado, por su extremada delicadeza), pero con un proyecto museográfico que, a todos los niveles (exhibición, protección, seguridad, orden...) no hace honor a las excelentes piezas que en él se encuentran.
Foto hecha desde la entrada (aunque se accede desde abajo). Obviamente,
esta foto no es de las mías, pero sirve. Por cierto, para quien quiera visitar
la sala egipcia en la que me he centrado, es la portada que se ve a la izquierda.
Maquetas del Partenón y la Acrópolis de Atenas

A la izquierda: Hércules peleando con Apolo por el trípode délfico (foto sacada
de Internet debido a la mala calidad de la mía). A la derecha, busto de Pericles.
A la izquierda, cilindro de Nabonido. A la derecha, relieve de la Reina de la Noche, que representa posiblemente a la diosa babilónica Ishtar.
A la izquierda, Gran Ola de Kanagawa, de Hokusai (extraída de Internet por no estar expuesta). A la derecha, Siva Nataraja,
una de las tipologías más comunes de representar a este dios indio que implica la creación mediante la destrucción.

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